Un comentario a la entrevista de Renato Zangheri con Fabio Mussi sobre el 77
Por Mariana
En marzo del 78, Fabio Mussi se reúne con Renato Zangheri, el entonces alcalde de Bolonia, para reflexionar con respecto a las movilizaciones estudiantiles que habían acontecido un año antes en la ciudad y, partiendo de aquellos sucesos, hablar sobre la situación del Partido Comunista en ese momento, su presencia en Emilia-Romaña y el panorama al que se enfrentaba entonces a lo largo de Italia.
Durante toda la entrevista, Zangheri se dedica a intentar desvelar los mitos o ideas surgidas debido a la presencia del Partido Comunista en la región, la llamada isola rossa, enfatiza Mussi: “Ci sono state fasi in cui la propaganda ha preso la mano: guardate cosa si è fatto a Bologna, se amministreremo, faremo ovunque come a Bologna… Potrei però citare anche decine di affermazioni contrarie a una visione ingenuamente trionfalistica”(15),[1] replica Zangheri, hablando posteriormente de las contradicciones dentro del partido, la región y las relaciones con el resto del país que comenzaban a ser cada vez más evidentes y problemáticas para la relación entre el partido y los ciudadanos.
Su punto de partida para intentar comprender los eventos de marzo del 77 es la situación de los jóvenes en Bolonia: menciona que muchos migraban de otras regiones entusiasmados por estudiar en esa ciudad, no ya por las opciones que ofrecía la universidad, sino por la experiencia que significaba vivir en Bolonia. Por otro lado, habla también del problema al que la mayoría de los jóvenes se enfrentaban al egresar de sus licenciaturas con la imposibilidad de encontrar un trabajo, problemática que él apunta como la más fuerte y de mayor reto a nivel nacional. Asimismo habla de las iniciativas del partido para brindar mejores servicios en la ciudad por ejemplo en cuanto a vivienda, pensando sobre todo en los estudiantes que se quedarían ahí después de egresar. También menciona el apoyo que daban a los ancianos y la forma en la que los pagos de impuestos eran solicitados, de manera que pudieran proteger los salarios de las familias obreras y al mismo tiempo incentivar la participación de la clase privilegiada. Zangheri hace hincapié en su llamado a la participación ciudadana en cuanto a toma de decisiones para la ciudad, sobre todo la participación de los obreros.
A pesar de ello, había un descontento creciente sobre todo por parte de los jóvenes; Zangheri dice que es imposible hacerse el sorprendido al respecto, destacando siempre el compromiso por parte suya y del partido de ver las contradicciones y escuchar las voces diferentes: la apertura frente al pluralismo (habla también sobre su relación con la DC) e incluso aceptando errores dentro del partido, como por ejemplo aceptar la tendencia a convertir a los intelectuales en burócratas: “Noi abbiamo una tendenza a fare dell’intellettuale un amministratore, tendenza che è anche un bisogno, perché amministriamo tante cose” (78). Sin embargo, también insiste en que el movimiento fue detonado por una serie de ideas que llegaron probablemente de Alemania, los paréntesis son míos:
La collera e la protesta degli amici e dei compagni di un giovane che viene ucciso (Lo Russo) sono comprensibili e naturali. Ma da questo a trasformare la protesta in un tentativo di attacco alla città e non solo ai suoi negozi, ma ai suoi partiti, alle sue istituzioni, ci passa molto. Questo passaggio va analizzato freddamente, realisticamente, anche in termine di provocazione. Di chi, da che parte? Qui si apre un quesito giudiziario, a cui non sta a noi rispondere. Per la verità chi aveva il compito di indagare non ha chiarito. Ci sono state ipotesi: per esempio, studenti tedeschi (21).
Hacia el final de la entrevista, dicha mirada es la que prevalece frente a los movimientos de marzo del 77. Zangheri trata de negociar con lo sucedido, habla por ejemplo de Radio Alice y acepta que en efecto hay una necesidad fuerte de permitir la entrada a medios independientes, sin embargo, concluye que la respuesta está en la democratización de los medios y que dentro del partido todavía se encuentran en debates para llevar la idea a la acción: “Il nostro movimento è molto ricco, articolato: il sistema di informazione è inadeguato. È un problema di forme di organizzazione, ed è un problema di idee nuove” (101).
En sus respuestas siempre prevalece la idea de una democracia que se organice, de la necesidad de ciertas estructuras para mantener el orden –siempre remarcando que el partido no pretende ejercer un poder coercitivo– como intentando hacer palpable la apertura frente a las nuevas ideas y necesidades sobre todo de los jóvenes, sin embargo su última respuesta hace ver que en realidad no existía, al menos de su parte, una reflexión profunda sobre los eventos del 77 ni un tentativo real de comprender y accionar, sino más bien de proteger al partido, de distraer la atención hacia la posibilidad de una influencia extranjera como detonante del movimiento y no de una problemática interna y siempre con una visión paternalista:
Abbiamo insegnato, credo, che cos’è la tolleranza, il rispetto degli altri, anzitutto quando sono diversi. Bologna si è presentata com’è: una città aperta e viva, che ha il gusto del confronto, la capacità di ospitare differenti persone e orientamenti. Abbiamo anche imparato: che c’è del nuovo, ed è sbagliato scrollare le spalle quando non lo si capisce. Bisogna capire. I rivoluzionari debbono capire, e regolarsi di conseguenza (102).
Varias veces Zanghieri habla de su apertura frente a las ideas nuevas y describe a Bolonia como una ciudad abierta, lo cual inevitablemente me hace pensar en el concepto de dilatación, tan visitado por parte nuestra a través de la voz de Scabia –y que sería interesante retomar para confrontar posteriormente–, pero también me recuerda a la ciudad abierta de Bianciardi en Il lavoro culturale e inmediatamente a su crítica sobre el Partido Comunista y el lenguaje acartonado, esquemático que se empeñaron en desarrollar. En un artículo del 54 publicado en Il Nuovo Corriere. La Gazzetta titulado “Onesti ma burocrati”, Bianciardi habla al respecto y dice: “Ma il guaio è che la critica, l’autocritica, la ammenda, il ravvedimento, sono ancora una volta, e fin dall’enunciazione, schemi, né più né meno che schemi.” (278)[2] ¿Cuál es la diferencia entre una ciudad abierta como concepto y una ciudad abierta como práctica?… indudablemente la autocrítica de Zangheri con respecto al 77, al menos la expuesta durante la entrevista, pareciera estar dentro de un esquema que lo protege al mismo tiempo que protege al partido.
Bianciardi concluye su artículo con una observación que me parece bastante pertinente localizar y pensar a lo largo de la entrevista de Zangheri: “Mi pare insomma che i comunisti, se vogliono eliminare l’anticomunismo piccolo borghese, anticomunismo che non ha basi reali, motivi di fondo, ma è determinato soltanto da impulsi psicologici, debbano seriamente pensare ad una riforma dei loro metodi di lavoro; debbano sopratutto evitare il grave pericolo di trasformare le loro federazioni in apparati burocratici. Burocrati onesti, è doveroso dirlo, ma sempre burocrati” (278).
[1] Todas las citas referentes a la entrevista son extraídas de: Mussi, Fabio, Zangheri, Bologna 77, Editori Riuniti, Roma,1978.
[2] Las citas al artículo son extraídas de: Bianciardi, Luciano, “Onesti ma burocrati”, en L. Bianciardi, L’antimeridiano. Opere complete, vol. II, Isbn Edizioni, Milano, 2008, pp. 275-278.