Minelia, la loca del pueblo

Por Mariana

*La voz que tomo al inicio es de los testimonios que cita Delma Millan en “El limbo no llega porque la gente bailando está”.
*Al final pongo los enlaces a los textos que hablan sobre esto, pero en el último enlace sólo está el capítulo 5. Estoy intentando conseguir el texto completo.

Dicen que Minelia “ta’ loca de cabeza.” Minelia saluda a quien llega y camina al lado, sin pedírselo, ella comienza a narrar los sucesos del 2 de mayo: “su relato de vez en cuando es entrecortado con la experiencia que ella y su familia sufrió en el pueblo de Murindó”. Se dice que Minelia perdió a su familia en una masacre y que “desde entonces dice tener 35 mil hijos y 200 años”. En todos los relatos de la masacre de Bojayá que he leído está su nombre, todas las personas entrevistadas la conocen y saben lo que hizo.

Después de varios días de enfrentamientos entre los grupos paramilitares y de las FARC, los habitantes de Bellavista (Bojayá, región del Chocó, Colombia) decidieron resguardarse en la iglesia del pueblo creyendo que ahí no serían atacados ni lesionados, sin embargo, eso no sucedió. El 2 de mayo del 2002, a las 10:30 de la mañana, un cilindro bomba cayó sobre la iglesia explotando en el altar: 119 personas murieron y otras muchas resultaron heridas.

Al inicio muchas personas quisieron auxiliar a los heridos y salvar a la mayor cantidad de personas posibles, pero a pesar de la explosión, el combate no cesó y no les quedó de otra más que huir. Decidieron salir del pueblo hacia Vigía, un lugar que está cruzando el río: “Nos tuvimos que ir, dejando al pueblo todo abandonado… Minelia, la que ta’ loca de la cabeza, sí se quedó con ellos, armando los muertos … dicen que vieron a Minelia que le gritaba a los muertos que se levantaran y salieran corriendo.”

¿Qué pasa cuando un cuerpo masacrado es abandonado sobre el suelo?, ¿qué pasaría si enterramos un cuerpo con un brazo que no le pertenece?

Cuando era niña viví en Tequisquiapan Qro. Cuando leí “Minelia, la loca del pueblo” en uno de estos testimonios, recordé inmediatamente a dos personajes que estaban siempre en la plaza del pueblo: El tráiler y La tía; eran conocidos así, pero también se decía de ellos que estaban locos: eran los locos del pueblo. Yo nunca los vi en otra parte que no fuera la plaza, ambos convivían con todas las personas que caminábamos todos los viernes por ahí, los saludábamos y a veces ¿jugábamos? con El tráiler (a que nos atropellaba) o intercambiábamos palabras con La tía. No sé si habrán tenido lugar donde vivir, si tenían nombre, si tenían familia; lo que sí sé es que todas las personas que vivíamos ahí los conocíamos y nos extrañábamos cuando no estaban cerca.

Así como ellos, Minelia es conocida como la loca de su pueblo y dicen que esa misma locura que ella pudo reconstruir los cuerpos. Yo no sé mucho de esto, pero lo que sé es que dentro de la cosmovisión de los pueblos afro del Chocó hay algo llamado “mundo de los sueños”, se dice que quien vive en ese estado puede comunicarse con los muertos y hay algunos testimonios que indican que “las locas” son en realidad mujeres que viven en un estado onírico, y que es por eso Minelia pudo quedarse a reconstruir los cuerpos, reconstruyendo así también sus identidades. Ayudó a personas heridas, hizo curaciones, siguió las instrucciones de las enfermeras que le pedían ayuda, preparó agua con sal para hacer sueros y consiguió mantas para hacer torniquetes, ayudó a que los cuerpos destrozados fueran reunidos para que esas personas recibieran sus preparativos, rituales y cantos para ser enterrados dignamente.

El Estado les dijo que era más fácil encontrar otro lugar cercano y volver a construir su pueblo que levantar los escombros que habían quedado. En los informes dijeron que habían hecho un malecón, una plaza y más casas de las que tenía el viejo Bellavista: no fue así, tuvieron que reconstruir con recursos que jamás llegaron y esos espacios públicos tan bellamente descritos en los informes y artículos periodísticos jamás existieron fuera de la palabra. Dicen que nadie logró recuperarse después de ese 2 de mayo, ni siquiera el pueblo que sigue ahí como quedo: completamente destrozado.

Ahora Minelia sigue recorriendo las calles, hablando y hablando cosas que no siempre logran entenderse, manteniéndose al margen en los eventos que cada 2 de mayo se realizan para recordar a los muertos y cantarles.

Me llama mucho la atención la manera en la que Minelia accionó durante esa emergencia… existe esta expresión de “volverse loca” o “enloquecer” cuando algo que nos desborda acontece, me imagino ese movimiento, el momento en el que toda la gente del pueblo “se volvió loca” y Minelia fue la única que pudo reaccionar, la única persona- sujeto que pudo responder ante la emergencia y considerar no sólo apoyar a los vivos, sino asegurarse de que los muertos fueran identificables como personas y no como escombros. No sé (lo considero improbable) si Minelia tenga algún tipo de diagnóstico clínico en el que se le reconozca como esquizofrénica o con algún otro padecimiento psiquiátrico, pero me parece importante también poner atención en que para la gente del Chocó, la locura de Minelia no es algo por lo cual haya que confinarla. Por otro lado, seguramente ella ha aprendido a mantenerse al margen porque seguramente no le es posible relacionarse enteramente con las personas del pueblo.

Me acuerdo de El tráiler y La tía, o de Ricardo “el lenguardo”, un señor que conocí en Santiago de Cuba. También me decían que era “loquito”, hablaba y hablaba, a veces con una velocidad tal, que no lograba distinguir sus palabras. Una vez me contó que había matado a un hombre, que había estado encarcelado y que no podía beber alcohol porque… no entendí por qué. Nunca pude averiguar si tenía familia ni dónde vivía, pero todos en las calles principales lo conocían y no hubo día que no me lo encontrara en alguna de las plazas de Santiago. Entendí que le gustaba ir al encuentro de la gente, cantar, bailar, reírse a carcajadas, me preguntaba cosas de mí, de mi familia, pero nunca hablaba de él. Me di cuenta días después de conocerlo de que tenía una lesión en el cráneo, no me atreví a preguntar.

Pienso de estas personas que sólo se dicen cosas de ellas, pero nadie sabe con certeza qué fue lo que pasó, por qué llegamos a conocerlos como los locos del pueblo, cuándo comenzaron a serlo, por qué… Cómo es que ellos son el resultado de un descuido, del silencio, de un abandono, es decir, se dice de Minelia que perdió a su familia entera en una masacre, ¿qué se esperaba de ella?, ¿qué se esperaba que sucediera con esa mujer después de un evento así?, ¿alguien cuidó de ella?, ¿alguien la acompañó? O fue más fácil asumir que se había vuelto loca y que después de que uno se vuelve loco ya no hay vuelta atrás. No sé.

¿Cómo entendemos la locura?, ¿cómo la diagnosticamos?, ¿quién?; ¿significa lo mismo estar loco aquí, en la Ciudad de México, que estar loco en el Chocó?, ¿hay tipos y niveles de locura?, ¿cómo nos relacionamos con aquellos que son considerados locos por la opinión pública?, ¿cómo nos relacionamos con aquellos que son considerados locos por una institución médica?, ¿qué implica que alguien sea “la loca del pueblo”?

No sé cuál sería la historia de Ricardo, de El tráiler, de La tía o de Minelia si en lugar de andar por las plazas públicas hablando, cantando, atropellando gente, cargando niños, etc. fueran pacientes internados en un hospital psiquiátrico: ¿cómo eso cambiaría su forma de estar? ¿Minelia habría tenido la misma capacidad de agencia en una situación como la del 2 de mayo en Bojayá de haber estado internada en un hospital?


Bibliografía

Delma Constanza Millan Echeverría. “Ya no llega el Limbo porque la gente bailando está” Prácticas de Memoria en Bojayá- Chocó. https://pacificocolombia.org/wp-content/uploads/2016/05/0590110001260215574.pdf

Paco Gómez Nadal. Los muertos no hablan. Edición Bojayá, una década (2002- 2012). https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/los-muertos-no-hablan.pd

Martha Nubia Bello (et. al.). Bojayá, memoria y río. Violencia política, daño y reparación. https://pacificocolombia.org/wp-content/uploads/2016/05/0041083001277728636.pdf